lunes, 17 de noviembre de 2008

Formación Integral y Profesionalismo Médico

La formación integral es uno de los pilares fundamentales de la preparación de los estudiantes universitarios para un ejercicio ciudadano y profesional exitoso. Esta consideración adquiere especial relevancia cuando se trata de la formación de los médicos, profesionales responsables del cuidado de la salud y de la vida de los seres humanos, hecho que implica una mayor responsabilidad frente a la comunidad médica y a la sociedad en general.

Desde una perspectiva un tanto simplista, aunque no por ello carente de profundidad, el objetivo fundamental de la educación médica está orientado a la formación de profesionales preparados para servir a “los propósitos fundamentales de la medicina”, incluyendo el mantenimiento de la salud, el alivio del sufrimiento, la curación de la enfermedad, el control de la pérdida innecesaria de vidas y el acompañamiento durante el tránsito hacia una muerte digna, acciones que se encuentran enmarcadas en las cláusulas del “contrato social” que se establece, en forma tácita o expresa, entre el médico que ejerce su profesión y la comunidad que demanda sus servicios.

En el mismo sentido, Wojtczak afirma que “… la medicina es un cometido moral, una profesión cuyos miembros comulgan con una serie de principios válidos desde el inicio de sus actividades, como el respeto hacia los demás, la empatía, la compasión, la honestidad, la integridad, el altruismo y la excelencia profesional”, y hace énfasis en el hecho que estos principios constituyen las “raíces del profesionalismo médico y las bases del contracto colectivo con la sociedad que tradicionalmente ha hecho de la medicina algo diferente de otras profesiones u ocupaciones”

Desde esa perspectiva y teniendo en cuenta la magnitud del compromiso social que implica el ejercicio de la medicina y el proceso de formación de los futuros médicos, el trabajo llevado a cabo en las instituciones universitarias no puede limitarse a la transmisión de conocimientos científicos ni al desarrollo de habilidades técnicas, sino que ha de garantizar el desarrollo armónico de todas las dimensiones del individuo, involucrando en el proceso los elementos científicos, tecnológicos, éticos, culturales sociales y humanísticos requeridos para la consolidación progresiva del profesionalismo médico.

A la luz de los conceptos expresados, el proceso de formación integral se halla ligado de forma indisoluble al desarrollo del profesionalismo médico. Por tal razón, las facultades de medicina tienen la obligación de concientizar a sus estudiantes acerca de los principios y valores que regulan la práctica médica desde los primeros tiempos y de proporcionarles las herramientas necesarias para reconocer y afrontar en forma adecuada los conflictos existentes entre las más elevadas tradiciones de la profesión y los imperativos de sistemas sanitarios con una clara orientación por las normas del mercado.

En consonancia con lo anterior, el doctor Jordan Cohen, expresidente de la Asociación de Colegios Médicos Americanos, en una de sus alocuciones a la Convención Anual, afirma que “es en estos momentos una obligación de la profesión médica, el cultivar los valores nucleares del profesionalismo en los futuros médicos… y mantenerse firme en el soporte de estos valores que hacen de nuestra profesión una profesión honorada y honorable.”

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