lunes, 17 de noviembre de 2008

Evaluación en Medicina (Parte III): Métodos e Instrumentos de Evaluación


De acuerdo con Miller, la formación profesional del médico implica la consolidación progresiva de cuatro niveles de desarrollo, los cuales pueden ser representados como una pirámide en cuya base se encuentran la información y el conocimiento fáctico (“el saber”); en el segundo nivel, la capacidad para utilizar dicho conocimiento en la resolución de problemas complejos en contextos específicos (“el saber como”); en el tercer nivel, la habilidad de actuar en forma adecuada frente a situaciones prácticas (“ el demostrar como”); y, en la cúspide, las acciones que configuran el desempeño profesional en la práctica cotidiana (“el hacer”).

La valoración de cada uno de los niveles de la pirámide, requiere el uso combinado de diferentes instrumentos ya que ningún método proporciona toda la información requerida para el juzgamiento de la competencia profesional, dada la complejidad descrita anteriormente. En tal sentido, Martínez Carretero propone la utilización de una metodología de evaluación para cada uno de los niveles mencionados (conocimientos, habilidades, competencias y profesionalismo) y la integración de los resultados obtenidos para establecer un juicio de valor objetivo acerca de las ejecuciones esperadas en cada uno de éstos.
La evaluación de los conocimientos puede llevarse a cabo mediante la práctica de pruebas escritas u orales, de contenido abierto o cerrado, que exploren las habilidades cognoscitivas y los conocimientos adquiridos por los estudiantes a través del proceso de formación. El análisis de las capacidades desarrolladas por el estudiante puede realizarse mediante la aplicación de evaluaciones escritas u orales de tipo resolución de casos clínicos y a través de la simulación de situaciones similares a las que pueden presentarse en la vida real, pero en condiciones estandarizadas.

El nivel correspondiente a las competencias puede ser examinado con base en la observación directa de las actuaciones del estudiante o a través de la combinación de pruebas que evalúen, en forma aislada, los componentes de las mismas (cognitivo, axiológico, praxiológico, actitudinal) en contextos específicos de significación para el desempeño de los profesionales de la medicina. Los métodos más utilizados con este fin incluyen las pruebas de progreso, la construcción del portafolio de actividades, la valoración de pacientes estandarizados, las simulaciones por ordenador y los exámenes clínicos observacionales estructurados (ECOEs).

Finalmente, la evaluación de la práctica profesional es el nivel más importante y al mismo tiempo, más complejo, del proceso de formación, ya que debe proporcionar información sobre las actuaciones del médico en el contexto real de la asistencia sanitaria. Las pruebas utilizadas en este nivel incluyen las escalas de evaluación global, la auditoría de historias clínicas, la observación por colegas, el portafolio de actividades y las encuestas de satisfacción. Entre las limitaciones para la implementación de este tipo de evaluación se encuentran problemas técnicos (confiabilidad, sensibilidad y validez), administrativos (factibilidad, aplicabilidad) y contextuales (características del entorno organizacional, lineamientos empresariales, actitud frente a la evaluación).

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