No se puede hablar del ‘arte de ser médico’ sin antes abordar el ‘arte de enseñar a ser médicos’. Desde las primeras civilizaciones nos consta que la medicina es un arte que se viene transmitiendo de generación en generación: los papiros del Antiguo Egipto, textos sagrados, el código hipocrático, los tratados de Celso, Galeno, la evolución del hospital, de la universidad, etc.
Si aterrizamos de golpe en el s. XXI nos enfrentamos con unas circunstancias radicalmente distintas: una medicina más burocratizada, un rol social pobremente reconocido, una universidad más estructurada, tecnológicamente mucho más avanzada, etc. Pero con unos estudiantes con la misma necesidad de adquirir esos conocimientos y esas habilidades que harán de ellos en seis años los médicos que merece nuestra sociedad.
Hoy en día es tan importante o más que en otros tiempos la tarea de enseñar a ser médicos. Es menester empezar por conocer lo máximo posible sobre los estudiantes a quienes nos dirigimos para dirigir su proceso de aprendizaje: ¿quiénes son?, ¿qué momento viven?, ¿por qué están aquí?, ¿cuáles son sus expectativas?, ¿qué opinan sobre el papel del médico, sobre la facultad de medicina, sobre las prácticas de su hospital, sobre la docencia de cada uno de los profesores?
Un estudio llevado a cabo en la Universidad Complutense de Madrid, indagó acerca de las motivaciones de los estudiantes en relación con la selección de la carrera, entre las opciones de la educación superior en ese país, incluyendo intereses "vocacionales", altruismo, deseo de servir a la sociedad y motivos personales o familiares, entre otros.
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