"Diferente fue lo que pasó con el oculista, […] porque, siendo médico, no iba a entregarse sin más a la desesperación, como hacen aquellos que de su cuerpo sólo saben cuando les duele. Hasta en una situación como ésta, angustiado, teniendo por delante una noche de ansiedad. fue aún capaz de recordar lo que Homero escribió en La Ilíada, poema de la muerte y el sufrimiento sobre cualquier otro, Un médico, sólo por sí, vale por varios hombres, palabras que no vamos a entender como directamente cuantitativas sino cualitativamente…" J. Saramago
jueves, 28 de mayo de 2009
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