domingo, 8 de febrero de 2009

La preparación de clase

En la sección de educación del New York Times se publicó recientemente un artículo que llama la atención a quienes conocemos las realidades de nuestros sistemas educativos. Bajo el título “At 71, Physics Professor Is a Web Star”, se narra la historia de Walter H. G. Lewin, un profesor de física de MIT, reconocido en ese país por su inmensa dedicación a la docencia.


Desde que el Instituto Tecnológico de Massachusetts presentó en sociedad la iniciativa “Open Course Ware” para publicar materiales educativos en la red sin ningún tipo de barreras de acceso, algunos de sus materiales didácticos, la fama de Lewin se ha ido extendiendo más allá de los muros del Instituto.

Hasta aquí todo normal. La verdadera novedad del asunto está relacionada con un aparte del artículo en que se menciona que el profesor dedica hasta 25 horas a la preparación de cada una de sus clases, hecho que corta la respiración si no se tiene un conocimiento aunque sea somero del sistema educativo.

De hecho en la mayor parte de las instituciones universitarias, la mayoría de docentes debe impartir entre diez y veinte horas de clase a la semana, las cuales representarían entre 250 y 500 horas de preparación, más algunas horas dedicadas a su desarrollo y unas cuantas de atención a los estudiantes, una utopía de proporciones pantagruélicas en medio de nuestra realidad actual.

La reflexión acerca de esta historia no tiene que ver con un sueño completamente alejado de la realidad en que para cada una de nuestras sesiones educativas se destine un tiempo de preparación de tal magnitud, de hecho, acercándonos a la realidad de nuestro país, muy probablemente este tipo de acciones se prestarían para acceder de forma irregular a varios puestos de trabajo de tiempo completo, incumpliendo con la filosofía de la calidad educativa, sino que está enfocada a la necesidad de reforzar el compromiso de las instituciones con el desarrollo de aquellos verdaderos “maestros” que asumen a cabalidad su compromiso como formadores y el compromiso, autonomía y responsabilidad de los docentes con la tarea que les ha sido encomendada por la sociedad.

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