El conocimiento y la creatividad se han convertido en pilares fundamentales para el desempeño profesional, económico y social del individuo que pretenda jugar un papel protagónico en el escenario mundial de la globalización.
La transformación de la estructura económica de la sociedad hacia la productividad intelectual establece un nuevo escenario, altamente competitivo y cambiante, que plantea nuevas exigencias, habilidades y destrezas, sin embargo, los sistemas educativos actuales no han asumido en forma adecuada el reto de transmitir estas competencias pues el paradigma educativo predominante está centrado en el que aprenden los alumnos, en lugar de hacerlo en como utilizan los conocimientos que adquieren.
Enseñar a pensar vs transmitir información
Existen al menos tres formas diferentes en que los individuos perciben y procesan la información: analítica, creativa y práctica (Sternberg 1.985,1.988), siendo una de las carencias más importantes del sistema educativo actual el hecho que, en general, concede más importancia a la primera que a las otras dos.
De acuerdo con la definición de Sternberg (1.996): " La inteligencia implica un equilibrio en el tratamiento de lo analítico, lo creativo y lo práctico", por lo tanto, ninguno de estos tipos aislados es mejor que los otros. Por otra parte, en forma paradójica, el tipo de esquema utilizado en los centros educativos, quizás sea el menos útil en la vida profesional de sus estudiantes.
El enfoque centrado en la transmisión del conocimiento y la demostración teórica de las capacidades intelectuales mediante pruebas académicas diseñadas para evaluar la información recibida por el estudiante, resulta deficiente frente a las exigencias reales del medio laboral.
En ese orden de ideas, uno de los principales retos que debe enfrentar el actual sistema educativo está centrado en la necesidad de diseñar e implementar un modelo formativo que permita optimizar la capacidad cognitiva del individuo y utilizar sus conocimientos y habilidades en forma creativa con el fin de causar impacto en el mundo que los rodea.
Inteligencia y Creatividad: De lo genético a lo aprendido
Existe gran controversia frente al dilema que hay en torno al origen de la inteligencia y de la creatividad, algunos defienden su origen genético y evolucionista, mientras que otros, sustentados en experiencias prácticas, consideran que no son características individuales, ni talentos innatos, sino que pueden desarrollarse como técnicas en las cuales aplicamos conocimientos y habilidades para alcanzar un propósito determinado (De Bono 1.988).
Para tal efecto, el entorno educativo y ambiental óptimo para fomentar el desarrollo de la inteligencia y la creatividad debe cumplir con algunas condiciones mínimas entre las que se incluyen al menos las siguientes:
¨ Confianza: Posibilidad de afrontar riesgos, sin temor al fracaso.
¨ Libertad de acción: Autonomía en la toma de decisiones.
¨ Variación de contextos.
¨ Búsqueda del equilibrio entre capacidades y desafíos.
¨ Intercambio interactivo de conocimientos e ideas.
¨ Entornos y resultados reales.
¿Un nuevo paradigma educativo?
La aplicación creativa del conocimiento no puede ser puesta en marcha con una estructura que esté centrada en los contenidos dejando de lado la aplicación práctica de habilidades y conocimientos. Por esta razón, debemos plantear un nuevo paradigma educativo, capaz de integrar los requerimientos académicos necesarios para cada área objeto de estudio con el desarrollo de competencias que posibiliten la innovación y la utilización del conocimiento adquirido.
En busca de este objetivo, las autoridades académicas del Reino Unido han definido un conjunto de habilidades mínimas que deben ser adquiridas por los estudiantes durante una formación enfocada hacia la creatividad: comunicación, aplicación de conceptos numéricos, relaciones humanas, utilización de la tecnología informática, resolución de problemas y capacidad de mejoramiento del propio rendimiento y aprendizaje.
Referencias
La transformación de la estructura económica de la sociedad hacia la productividad intelectual establece un nuevo escenario, altamente competitivo y cambiante, que plantea nuevas exigencias, habilidades y destrezas, sin embargo, los sistemas educativos actuales no han asumido en forma adecuada el reto de transmitir estas competencias pues el paradigma educativo predominante está centrado en el que aprenden los alumnos, en lugar de hacerlo en como utilizan los conocimientos que adquieren.
Enseñar a pensar vs transmitir información
Existen al menos tres formas diferentes en que los individuos perciben y procesan la información: analítica, creativa y práctica (Sternberg 1.985,1.988), siendo una de las carencias más importantes del sistema educativo actual el hecho que, en general, concede más importancia a la primera que a las otras dos.
De acuerdo con la definición de Sternberg (1.996): " La inteligencia implica un equilibrio en el tratamiento de lo analítico, lo creativo y lo práctico", por lo tanto, ninguno de estos tipos aislados es mejor que los otros. Por otra parte, en forma paradójica, el tipo de esquema utilizado en los centros educativos, quizás sea el menos útil en la vida profesional de sus estudiantes.
El enfoque centrado en la transmisión del conocimiento y la demostración teórica de las capacidades intelectuales mediante pruebas académicas diseñadas para evaluar la información recibida por el estudiante, resulta deficiente frente a las exigencias reales del medio laboral.
En ese orden de ideas, uno de los principales retos que debe enfrentar el actual sistema educativo está centrado en la necesidad de diseñar e implementar un modelo formativo que permita optimizar la capacidad cognitiva del individuo y utilizar sus conocimientos y habilidades en forma creativa con el fin de causar impacto en el mundo que los rodea.
Inteligencia y Creatividad: De lo genético a lo aprendido
Existe gran controversia frente al dilema que hay en torno al origen de la inteligencia y de la creatividad, algunos defienden su origen genético y evolucionista, mientras que otros, sustentados en experiencias prácticas, consideran que no son características individuales, ni talentos innatos, sino que pueden desarrollarse como técnicas en las cuales aplicamos conocimientos y habilidades para alcanzar un propósito determinado (De Bono 1.988).
Para tal efecto, el entorno educativo y ambiental óptimo para fomentar el desarrollo de la inteligencia y la creatividad debe cumplir con algunas condiciones mínimas entre las que se incluyen al menos las siguientes:
¨ Confianza: Posibilidad de afrontar riesgos, sin temor al fracaso.
¨ Libertad de acción: Autonomía en la toma de decisiones.
¨ Variación de contextos.
¨ Búsqueda del equilibrio entre capacidades y desafíos.
¨ Intercambio interactivo de conocimientos e ideas.
¨ Entornos y resultados reales.
¿Un nuevo paradigma educativo?
La aplicación creativa del conocimiento no puede ser puesta en marcha con una estructura que esté centrada en los contenidos dejando de lado la aplicación práctica de habilidades y conocimientos. Por esta razón, debemos plantear un nuevo paradigma educativo, capaz de integrar los requerimientos académicos necesarios para cada área objeto de estudio con el desarrollo de competencias que posibiliten la innovación y la utilización del conocimiento adquirido.
En busca de este objetivo, las autoridades académicas del Reino Unido han definido un conjunto de habilidades mínimas que deben ser adquiridas por los estudiantes durante una formación enfocada hacia la creatividad: comunicación, aplicación de conceptos numéricos, relaciones humanas, utilización de la tecnología informática, resolución de problemas y capacidad de mejoramiento del propio rendimiento y aprendizaje.
Referencias
1. De Bono, Edward. Aprender a pensar. Plaza y Janes.
2. Foster, Jack. Como generar ideas. Editorial Norma.
3. Kandel, Erick y otros. Neurociencia y conducta. Prentice Hall.
4. Seltzer, Kimberly y otro. La era de la creatividad, conocimientos y habilidades para una nueva sociedad. Aula XXI Santillana.
5. Sternberg, Robert J. Enseñar a pensar. Aula XXI Santillana.
6. Williams, Wendy y otros. La inteligencia práctica. Aula XXI Santillana.
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