
Desde esa perspectiva, diferentes autores plantean que no es posible asimilar por completo los problemas laborales durante el proceso educativo, teniendo en cuenta que la mayor parte de éstos son situaciones complejas, desordenadas y poco definidas, que se diferencias en forma sustancial de las que pueden simularse en el aula.
Según Le Boterf (2000), las capacidades se desarrollan en etapas previas a las competencias, lo cual se ve reforzado por González y Wagenaar (2003), en referencia al concepto de competencia, utilizado en el Proyecto Tuning, como la combinación de capacidades y atributos para un desempeño competente, obtenida al final de un proceso educativo.
En tal sentido, el papel de las universidades en el desarrollo de las competencias estaría relacionado con la construcción de “capacidades” que puedan ser utilizadas más tarde en forma de competencias profesionales, dependiendo de la calidad y complejidad de las experiencias a las que se vea enfrentado el estudiante en el proceso de formación.
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