lunes, 6 de septiembre de 2010

El Decano del Siglo XXI


Nos encontramos inmersos en la era de la globalización, fenómeno de orden social, económico y cultural, que determina nuevas formas de vivir, conocer, aprender, trabajar y establecer relaciones con otros.

La universidad no ha sido ajena a este proceso, teniendo que llevar a cabo grandes transformaciones para adaptarse a los vertiginosos avances científicos y tecnológicos, a la difusión de la información en tiempo real, a la mundialización del conocimiento y a un cambio de paradigma en que predomina la relativización de los principios y valores de la sociedad.

No obstante el esfuerzo de las instituciones universitarias por superar las crisis que afrontan como consecuencia de la pérdida de su rol de “regentes – universales – del conocimiento, el saber, la técnica y las artes”, no se ha planteado una revisión seria de su función en medio de la postmodernidad, ni de los “nuevos espacios intelectuales, científicos, técnicos, estéticos y políticos”, que han de generar en el futuro inmediato.

Desde esa perspectiva, Vásquez Gómez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, plantea que “… la universidad, como institución, como comunidad y como organización formativa y de aprendizaje, precisa de unos nuevos marcos que le permitan autoorganizarse para responder a las necesidades y a los cambios en las diferentes esferas políticas, sociales, económicas, laborales y tecnológicas”.

Así las cosas, en medio de un entorno en constante cambio y de las dificultades existentes para alcanzar el consenso en torno al tipo de universidad que requiere el mundo actual, el rol del decano, considerado hasta hace algunos años más como una figura representativa de la comunidad académica a la que pertenece que como un adalid futurista de la educación, también adquiere una connotación diferente, enmarcada la situación económica que atraviesa el sector, por la competencia global en torno al mercado y por la necesidad de recuperar el protagonismo social y cultural de las instituciones de educación superior frente a los nuevos actores que lo ponen en entredicho.

Corresponde entonces al decano del siglo XXI, asumir un liderazgo capaz de integrar lo académico, lo administrativo y lo financiero. Desde el primer punto de vista, deberá afrontar los fenómenos sociales y culturales vigentes y emergentes, incluyendo los problemas medio ambientales, la crisis política y del estado de bienestar, el manejo adecuado de la información, el desempleo, la crisis de los valores sociales, los problemas éticos de la aplicación de los nuevos conocimientos y tecnologías y el envejecimiento progresivo de la población mundial, entre otros.

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