viernes, 19 de junio de 2009

La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

La evolución del mundo ha estado ligada a la aparición de ciclos económicos, sociales y culturales que han determinado las tendencias del desarrollo individual y colectivo a través de la historia. En ese sentido, la transformación del conocimiento desde una posesión personal hacia un bien público ha sido un elemento clave en el cambio de su significado intrínseco y de sus relaciones con la industria, el trabajo y el conocimiento mismo, en otras palabras, de su aplicación al diseño de herramientas (revolución industrial), a la utilización de éstas (revolución productiva) y a la administración del mismo como factor de producción y generación de nuevo conocimiento (revolución del conocimiento).

Un recorrido cronológico a través de la conceptualización del conocimiento en los diferentes períodos históricos permite establecer dos posturas filosóficas divergentes que permanecen vigentes en la actualidad: una en la que el conocimiento puede ser considerado como un fin en sí mismo (Sócrates, el Taoísmo) y otra en la cual se asume como un medio para obtener el éxito y el reconocimiento social (Protágoras, Confucio) con un punto único de coincidencia en la inutilidad del mismo frente a la incapacidad de su utilización (la aplicación del conocimiento o techné).

El primer gran salto hacia la concepción moderna del conocimiento se da a partir de la introducción de la tecnología (fusión de una habilidad artesanal con el saber sistematizado y organizado) y de su impacto en la dinámica social del momento: transición del trabajo manual (artesanal) hacia el desarrollo tecnológico (industrial), expansión vertiginosa de la industria, tecnificación de los procesos de producción, fortalecimiento del capitalismo a expensas de las grandes necesidades de inversión para alcanzar la expansión tecnológica y su aplicación al ámbito laboral, dando lugar, en últimas, a la consolidación de la revolución industrial.

El segundo salto, el paso a la era de la productividad, está marcado por la necesidad de mejorar la eficiencia, cualificar la acción del trabajador frente a su desempeño ocupacional y generar beneficios a la industria (mayor productividad) y al trabajador (menor desgaste físico y mental, mejor remuneración). En esta etapa, la aplicación del conocimiento al trabajo permitió analizar, sistematizar y organizar los procesos constitutivos del mismo , dando lugar a un aumento exponencial en la capacidad productiva, a la elevación de la calidad de vida de los empleados y a la generación de las condiciones óptimas para el mejoramiento de las condiciones del medio laboral y para la satisfacción de las necesidades individuales de autorrealización (salario justo, educación permanente, bienestar integral del individuo, la familia y la sociedad).

Finalmente, el paso desde la aplicación del conocimiento en la práctica laboral hacia la administración del mismo para la utilización especializada y/o para la producción de nuevo conocimiento, constituye la denominada revolución administrativa. Desde este enfoque, el conocimiento formal es visto a la vez como un recurso personal y económico de gran relevancia para el desarrollo profesional y el crecimiento industrial, así, el conocimiento como “acúmulo de saber” , pierde protagonismo a favor de la aplicación estratégica de la información y el conocimiento hacia la obtención de resultados efectivos en aras del progreso económico, científico, tecnológico y social.

¿Cuál ha de ser entonces el papel de la educación universitaria en una sociedad marcada por un paradigma económico y social centrado en el conocimiento? La respuesta a este interrogante es compleja e involucra tal cantidad de elementos generadores de tensión (información y conocimiento, producción y eficiencia, competencia y desarrollo, saber y hacer, entre otros) que sería muy difícil de concretar en unas cuantas frases, sin embargo, vale la pena dejar abierta una reflexión en torno al tema: si el conocimiento es riqueza y la riqueza está en las ideas, y con mayor precisión en la capacidad de transformarlas en una ventaja competitiva, la educación – una educación centrada en la optimización de los recursos cognitivos y la utilización del saber para la construcción de un proyecto de vida individual y colectivo – será el mejor medio par la generación de activos en la sociedad del conocimiento.

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